Sri Lanka fue el país por donde empezó esta aventura. La verdad es que la primera idea era volver a la India, país que había visitado 2 años antes, pero nos apetecía algo un poco más light para empezar y nos decidimos por esta isla conocida como “La Lágrima de la India”, por su forma en forma de lágrima y por su situación geográfica justo debajo del subcontinente indio.

Habíamos oído los tópicos que describen Sri Lanka “como India pero más limpia”, “como India pero menos caótica”, “como India pero…”. Mentiría si dijera que Sri Lanka no es como la India en muchos aspectos, pero en sólo algo más de 2 semanas pudimos ver que es mucho más que una alternativa de viaje a la India; es un país muy interesante por su cuenta, sin necesidad de describirlo comparándolo con su vecino, que después de muchos años de conflictos internos se está empezando a popularizar entre los viajeros, cosa que esperemos que no haga desaparecer el espíritu algo salvaje que todavía conserva, y que ofrece al visitante posibilidades para todos los gustos.

Sri Lanka tiene algunas de las mejores playas del sureste asiático, sin nada que envidiar a otros destinos mucho más populares. Tiene zonas de montañas altas y paisajes teñidos del verde de los campos de té que atraparán a cualquier amante de los trekkings de todos los niveles. Se pueden visitar runas de antiguas civilizaciones que florecieron en Ceilán o se puede pasear por ciudades que antaño fueron colonias portuguesas y todavía conservan su arquitectura. Sri Lanka es el mejor país de Asia para observar al majestuoso elefante en su hábitat natural, en alguno de los múltiples parques nacionales, y uno de los mejores del mundo para practicar buceo y observar tortugas marinas. En el país conviven musulmanes, budistas, hinduistas y cristianos, por lo que se pueden ver mezquitas, templos e iglesias. Y lo mejor de todo es que el tamaño del país es ideal para ver todo esto en un tiempo asequible para la mayoría: unas 3 semanas.

Además, aunque todavía no está muy explotado por el turismo, el país está suficientemente desarrollado como para que sea muy cómodo viajar con mochila. El sistema de buses públicos llega a absolutamente todas partes por precios irrisorios, y es muy fácil conseguir indicaciones para saber cómo llegar al destino que sea, incluso si hay que hacer transbordo entre medio. Hay alojamiento y se encuentra gente con un nivel de inglés suficiente para entenderse en cualquier sitio, y los precios son muy asequibles para los bolsillos occidentales, todavía. La única pega logística es el precio actual de los billetes de avión desde Europa hasta Colombo, que normalmente es bastante más elevado que para ir a otros destinos incluso más alejados, y a menudo hay que hacer más de una escala en viajes interminables. En nuestro caso volamos de Barcelona a Istambul, de ahí a Doha y, finalmente, a Colombo.

Te invito a que leas los distintos artículos sobre el recorrido por Sri Lanka para explorar conmigo este país todavía por descubrir para muchos.