Puesto que esta página se llama Viajar con Mochila, y así es como más he viajado a lo largo de mi vida, a parte de en caravana (ya escribiré un día un artículo sobre ello), y puesto que éste es mi primer viaje en bici, considero oportuno comentar un poco las semejanzas y diferencias, ventajas e inconvenientes, entre estas dos formas de viajar. Son diferencias obvias cuando las lees, o las escribes, aunque no me había parado, hasta ahora, a analizarlas y a pensar cómo afectan al viaje. Cabe comentar que hay muchas formas de “viajar con mochila” y seguro que también muchas formas de viajar en bici, y por lo tanto lo que se comenta en este artículo se refiere a como viajo yo cuando lo hago con la mochila y a como esto realizando este primer viaje a pedales. Así pues, ¿mochilear o pedalear?

Para mí la diferencia más importante es la forma en que disfrutas el lugar. Cuando viajas con mochila y te desplazas de un lado a otro en el medio de transporte que sea, por muy interesante que pueda resultar el trayecto, a veces tanto que acaben representando algunos de los recuerdos más especiales de un viaje, el objetivo es llegar al destino y hacer lo que sea que vayas a hacer allí (visitar una ciudad, hacer una excursión, ver un museo, ir a una playa…). En bicicleta, el fin del viaje es el trayecto en sí. De hecho, al menos tal como yo he planteado este primer viaje, la mayoría de los días no “visitas” el lugar al que llegas, más que dar una pequeña vuelta por la tarde. Si hay alguna ciudad por la que pases en la que quieres disponer de tiempo para recorrerla un poco más, visitar algún museo, etc. tienes que tomarte un día de descanso ahí. Por lo general, en cambio, en bicicleta el atractivo del viaje se centra en los paisajes que traviesas, las carreteras que recorres, escalando y bajando montañas, resiguiendo la costa, discurriendo paralelas a ríos y lagos, o pasando por pueblecitos de los que no salen en ninguna guía turística y por los que nunca pasarías si no fuese de este modo. No podría decir si es mejor una cosa o la otra. Ahora que estoy viajando en bici estoy teniendo la oportunidad de disfrutar de los increíbles paisajes mediterráneos del sur de Europa mejor que nunca, y a la vez algún día hecho en falta conocer más a fondo algún lugar concreto.

Otra de estas diferencias que resultan evidentes es lo poco (de hecho, nada) condicionado que estás por factores que viajando con mochila son clave en tus decisiones: los medios de transporte disponibles para llegar a donde quieres ir, y las opciones de alojamiento. Al convertir a tus piernas en tu motor, básicamente puedes ir a todas partes sin prácticamente limitaciones más que tu propia capacidad física. Lo mismo pasa con los alojamientos. Al llevar la tienda y el saco, hay pocos lugares en los que no puedas dormir porque, además de añadir los cámpings a tus opciones, siempre puedes plantar la tienda en cualquier lugar para pasar la noche. En cambio, la distancia a la que se encuentra un destino sí que es un factor clave, obviamente. Mientras que con mochila y viajando en transportes locales, lo normal es que el precio que haya que pagar para ir más lejos sea aguantar más horas de bus, tren, o el transporte que sea, en bici sencillamente no puedes hacer más de un máximo de kilómetros en un día, sin poner en riesgo tu integridad física y, por tanto, el resto del viaje. Otro factor que gana relevancia es la meteorología. Es cierto que según el plan que tengas cuando viajas con mochila (por ejemplo, si querías ir a la playa), el tiempo puede condicionarte mucho, pero no tanto como si tienes que pasarte cinco, seis o más horas pedaleando. Así pues, mientras que lo primero que miraría si estoy viajando con mochila y quiero ir a un lugar son las opciones de transporte que hay para llegar y la oferta de alojamientos en el lugar, viajando en bici lo primero es la distancia que me separa del siguiente destino y el tiempo que hará durante la etapa.

También toma otra dimensión el hecho de ir solo. La verdad es que no puedo tener una opinión contrastada al cien por cien, porque he viajado con mochila solo y acompañado, y he viajado en bici solo, pero no acompañado. Por lo que he vivido y por lo que me puedo imaginar, sin embargo, aquí sí que la mochila gana claramente a la bicicleta. Viajar con mochila solo, con amigos, en pareja o en familia son experiencias distintas cada una con sus ventajas. No sé si me atrevería a decir que viajar solo es mejor que hacerlo acompañado, pero sí te proporciona unas vivencias y una intensidad en como lo vives que es difícil que tengas de otra forma. También en bici lo vives todo más intensamente si vas tú solo, pero, a decir verdad, hay muchos momentos en los que preferirías estas acompañado. Para empezar, pasas muchas horas al día sobre la bici dándole a los pedales y dándole a la cabeza, y aunque disfrutes de lo que te ofrece el camino, tienes muchos ratos de aburrimiento, que con un compañero de viaje pasarían más deprisa. Además, el hecho de quedarte por lo general sólo una noche en cada sitio (aquí, otra vez, depende de como plantee cada uno el viaje, aunque la mayoría de gente lo suele hacer así), hace que tampoco tengas la oportunidad de conocer a gente como cuando viajas solo con mochila. Sociabilizar, por mucho que en un ambiente “mochilero” se acelere, requiere tiempo y energía. Y cuando acabas una etapa en bici, has estirado, te has duchado, has lavado ropa, has arreglado la comida hasta el día siguiente, has montado la tienda si es que acampas, y finalmente puedes relajarte, tienes poco tiempo y muy poca energía.

Una diferencia curiosa que he encontrado son los viajes que te entran ganas de hacer. Es un hecho probado que cuanto más viajas, más ganas tienes de viajar. Al menos es mi caso. Y precisamente cuando estoy de viaje, ya sea por historias que oigo de otros viajeros o por lugares que encuentras cuando buscas información sobre el viaje actual, que más rápidamente se amplia la lista de viajes pendientes. Lo que cambia entre cuando viajo con mochila y este viaje en bici son el tipo de viajes que voy añadiendo a esta lista. Normalmente añado lugares. Es decir, países, ciudades o regiones que me entran ganas de visitar como consecuencia de un viaje presente. Viajando en bici, sin embargo, estoy añadiendo “formas” de viajar, o medios de transporte, para simplificar. Una ruta a pie, un viaje en moto, unos días en kayak, o en barco, volver al mundo del cámping… El abanico de opciones no para de abrirse.

Por último, un aspecto que también toma más intensidad viajando en bici son las emociones en general, y particularmente la autosatisfacción cuando terminas las etapas. Viajar, y más viajar solo, es una montaña rusa de emociones que te lleva en un solo día de momentos de frustración en que te volverías a casa sin pensarlo, a momentos de euforia en que te planteas vivir así para siempre. Si a eso le añadimos el aspecto físico, los momentos en que no puedes dar una pedalada más y los momentos en que te sientes físicamente fuerte, y el carrusel de emociones particular que supone normalmente la práctica de un deporte, tenemos la tormenta perfecta de las emociones. Sin duda uno de los puntos álgidos del día, que no tienes cuando viajas con mochila, es el momento en que llegas al destino y ves que has superado otra etapa; otro reto.

La conclusión sería que viajar con mochila o viajar en bici son mucho más distintos de lo que me imaginaba antes de empezar con esta aventura. Viajar en bici no es “como viajar con mochila, pero en bici”. Son experiencias distintas y dos formas diferentes de disfrutar viajando, cada una con sus ventajas e inconvenientes. No soy capaz de decir qué prefiero, entre otras cosas porque aunque haya viajado mucho, y haya hecho mucha bici, viajando en bici todavía me siento mucho más fuera de mi zona de confort que viajando con mochila. Lo que está claro es que no son excluyentes, y según dónde, cuándo, con quién y con qué objetivo, puede ser mejor viajar en bici, o viajar con mochila. ¿Qué opináis vosotros?