La Búsqueda del Bus Prometido
La llegada a Sri Lanka no es muy distinta de la llegada a la mayoría de países asiáticos. El primer capítulo, que empieza después de aterrizar en Colombo, pasar el control de pasaportes, leer el cartel donde se advierte que la posesión de drogas acarrea la pena de muerte y recoger las mochilas, lo podríamos titular “En Búsqueda del Bus Prometido”. Como tantos antes, habíamos leído en algún blog de viajes sobre la existencia de un bus local que va del aeropuerto al centro de la capital en unos 45 minutos y por un precio irrisorio. Como buenos mochileros, ese tenía que ser nuestro medio de transporte. Nada de tuk-tuks ni taxis que, por el precio de un par de cervezas en Barcelona, nos habrían dejado cómodamente a la puerta del hostel, no. Nosotros somos mochileros, de los de verdad, de los que antes se dan 3 vueltas al aeropuerto y se pelean con todo el mundo que intente negarnos nuestro derecho a desplazarnos como locales antes que correr el riesgo de parecer simples turistas. Todo esto es lo que se dice uno mismo cuando necesita motivos para perseverar en la Búsqueda del Bus Prometido y seguir declinando las ofertas de los insistentes conductores de tuk-tuk para llevarnos por un precio cada vez más bajo.
La verdad es que, hablando en serio, no es tan difícil de encontrar. Habrá que esquivar a unos cuantos conductores y taxistas y probablemente escuchar eso de que el autobús hoy no funciona, que el último se marchó hace una hora o que te deja muy lejos del centro. Lo mejor es dar las gracias, rechazar educadamente la oferta y seguir con la Búsqueda. Lo más probable es que no insistan demasiado. Dicho esto, la parada de autobús se encuentra saliendo del aeropuerto por la puerta de la izquierda (sólo hay 2), cruzando la carretera, justo delante. Si aun así no la encontráis, preguntad a quién no tenga pinta de conducir un tuk-tuk y os indicarán. A nosotros nos sirvieron un militar en la entrada y una mujer que trabajaba en el aeropuerto. Ninguno de los dos hablaba inglés, aunque un “Bus to Colombo?” fue suficiente para recibir una señalización.
Una vez conseguimos subirnos al autobús, efectivamente por una décima parte del precio más bajo que nos habían ofrecido los tuk-tuk, y llegamos a la ciudad, lo poco que vimos nos pareció agobiante, francamente feo y sin mucho que ofrecer. A la mañana siguiente nos dirigimos a la estación de trenes para marcharnos a nuestro siguiente destino: Galle. En Colombo parece que todos los autobuses que pasan por la calle van a Fort, que es el centro de la ciudad y donde se encuentran la estación de trenes y la de buses de media distancia, y el billete cuesta unos céntimos de euro. De camino a la estación de trenes confirmamos que, de momento, la capital no nos atraía ni como para dedicarle unas horas. Quizás el último día en Sri Lanka le demos otra oportunidad. Como mínimo, en las conversaciones en el tren con otros viajeros nos situamos en el bando orgulloso de los que habíamos encontrado el Bus Prometido.
Buen trabajo de encontrar el bus prometido! Que viajeros 🙂
Al final sí! Dimos alguna vuelta antes por eso… jeje
Que gaudeixis molt del viatge!!!
Quina enveja que feu!!!
Ens agradarà anar-te seguint
Laura & Jordi
Moltes gràcies! 😀
Una abraçada.