Las Tierras Altas es el nombre por el que se conoce la zona más montañosa de Sri Lanka, que se extiende desde Kandy hacia el sur hasta donde acaba el Parque Nacional de las Llanuras de Horton. El paisaje es completamente distinto del resto del país, siendo quizás el más característico de la isla; lo que a uno se le viene a la cabeza cuando oye hablar de Sri Lanka.
El clima más fresco y las cantidades adecuadas de lluvia hacen que esta zona sea perfecta para el cultivo de té, y es aquí donde se produce, supuestamente, el mejor té del mundo. Los cultivos, de un verde intenso que hace que parezca que hayas retocado todas las fotos para subirles la saturación de colores, cubren las montañas hasta donde llega la vista en una alfombra infinita que constituye uno de los paisajes más bonitos que he visto. Esto, irremediablemente, atrae a hordas de viajeros en busca del Ceylán soñado.
Por ejemplo, el pueblo de Ella ya es más una acumulación de hostales y restaurantes que un pueblo de verdad. Por suerte, quizás debido a que Sri Lanka justo se está empezando a poner de moda como destino turístico, después de tantos años de conflictos, o quizás por la resistencia que ofrece el terreno tan accidentado, todavía no ha llegado el turismo de masas y no hay grandes hoteles de cadenas internacionales. En la estación de tren sólo se ven viajeros con las mochilas en la espalda, y los autobuses de viajes organizados no lo tienen fácil para llegar por las lentas carreteras de estas tierras. Por todo esto, se vive un ambiente particular que no ha alterado la tranquilidad que se respira rodeado de un entorno tan espectacular que permanece inalterado, pero a la vez se tiene la sensación de estar en un lugar que vive cada vez más del turismo y, lo que es peor, para el turismo: los restaurantes ofrecen más platos internacionales que locales y la música que suena es la misma que en las radios europeas de moda.
Lo normal es pasar unos días en la zona, con base en Ella o en Nuwara Eliya, y hacer alguna excursión que pueden variar desde levantarse a las 3 de la mañana para ir a subir el famoso Pico de Adán hasta una tranquila paseada de un par de horas por los campos de té. El tren que permite desplazarse por la zona, que va de Kandy a Ella pasando por Nuwara Eliya y Haputale, también es una excelente forma de contemplar el paisaje (si se consigue un asiento, porque a menudo van tan llenos que no hay sitio para sentarse). Las vistas desde las ventanas de los vagones son de vértigo. Hay quien dice que el tramo de Haputale a Ella, que dura aproximadamente una hora, es el tramo de vía ferroviaria con las panorámicas más bonitas del mundo. Sin duda es de una belleza abrumadora.
Si volviéramos a empezar el viaje, priorizaríamos las Tierras Altas para poder explorarlas un poco más. Nos fuimos con ganas de ver otras cosas y alegando que, aunque el paisaje era espectacular, quedarnos sería para ver más de lo mismo y renunciar a otras partes distintas. Quizás es verdad y no nos arrepentimos de haberlo hecho porque lo que vimos después de las Tierras Altas nos encantó y no querríamos habérnoslo perdido, pero nos queda el gusanito de haber tenido un par de días más en estas tierras tan únicas.
Impacient per veure el següent article!!!!!!! 🙂
M’imagino els camps verds de te. Esperant el següent relat amb ganes